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Autor para correspondencia:
MVZ. Cristina Yadira Gómez Sánchez.
NUTRICION EN EL PACIENTE CON PANCREATITIS CANINA
La pancreatitis canina es sin duda una enfermedad que tenemos que abordar desde distintos ámbitos terapéuticos y uno que cobra especial relevancia es el manejo nutricional que será clave en la mejoría de los pacientes con esta patología.
La pancreatitis se define como una inflamación del páncreas y generalmente podemos clasificarla en aguda o crónica. Con ella vienen una variedad de signos clínicos entre los que podemos identificar anorexia, vómito, dolor abdominal intenso, fiebre, diarrea, deshidratación, pérdida de peso entre otros.
A pesar de ser una patología cada vez más identificada en la clínica diaria, se desconoce a ciencia cierta su fisiopatología y factores predisponentes, aunque se ha logrado identificar algunos factores de riesgo como la predisposición racial (schnauzer miniatura, pastor de Shetland, cocker spaniel), la hiperlipidemia, uso de algunos fármacos, traumatismos, infecciones, también se han relacionado algunos factores nutricionales con el desarrollo de la pancreatitis como la obesidad e ingesta de dietas muy altas en grasas y con deficiencia de proteínas, aunque algunos autores y estudios al respecto ponen en duda la relación nutricional con esta enfermedad , algunos otros autores señalan como desencadenantes cambios bruscos en la alimentación a una dieta alta en grasas o indiscreciones alimentarias accidentales como la ingesta de sobras de alimentos muy grasosos.
Es una enfermedad tan compleja que como se mencionó anteriormente su patogénesis no está del todo clara aún, sobre lo poco que sabemos es que se produce posterior a la activación agresiva de las enzimas pancreáticas directamente dentro de las células del páncreas, lo que provoca algo que se ha denominado “auto ingestión” del propio tejido pancreático. Las consecuencias de este fenómeno anómalo son inicialmente locales con edema, vasodilatación, inflamación y en algunos casos muy severos hemorragia en el páncreas.
Si esto no se detecta y comienza un tratamiento, la inflamación puede agravarse y generarse una inflamación sistémica provocada por una tormenta de citoquinas y procesos de oxidación sistémica, si se continua sin recibir tratamiento o es un caso muy grave esto puede evolucionar a necrosis y desarrollarse un proceso de pancreatitis necrosante aguda, hipotensión e hipoperfusión sistémica desencadenando un fallo multiorgánico, coagulación intravascular diseminada y llevando al paciente a la muerte.
Casi todos los casos de pancreatitis aguda requieren de hospitalización y cuidados intensivos y en un inicio nutrición forzada mediante sondas nasogástricas, esofágicas o alguna otra variación de sonda.
La pregunta que siempre surge es ¿Qué tipo de alimentación deberíamos elegir para esos pacientes?
La respuesta sigue siendo muy controvertida y dividida en opiniones y experiencias clínicas. Anteriormente la postura inicial frente a la nutrición se basaba en ayuno total durante las primeras 48 horas de tratamiento esto para permitirle al páncreas “descansar”, incluso si los vómitos continuaban superado ese periodo inicial de ayuno se optaba por prolongarlo hasta que los vómitos cedieran con el objetivo de minimizar la estimulación pancreática y por consiguiente la secreción de enzimas pancráticas. Estudios más recientes ponen un poco desuso esta estrategia y se reconoce ya que no aportan un beneficio significativo al paciente y que incluso en algunos casos el ayuno así de prolongado podría complicar el cuadro clínico, añadiendo deshidratación, desnutrición, reducción de respuesta inmunológica, translocación bacteriana y complicar la lipidosis.
Así, las ultimas actualizaciones dictan introducir la nutrición adecuada lo antes posible, preferiblemente dentro de las primeras 48 horas de hospitalización, tan pronto como los antieméticos hayan hecho efecto y los vómitos hayan cesado.
Algo que si debemos tener muy en claro es que la reintroducción de alimento debe ser muy gradual y debe ser altamente digerible, es muy importante tener el cálculo preciso de las kilocalorías que debemos administrar, las cuales deben calcularse exclusivamente basándonos en el RER (requerimiento energético en reposo) que podemos obtener siguiendo la fórmula 70x(kg)0,75. Si nuestro paciente estuvo anoréxico, tendríamos que iniciar un poco más gradual, administrando el alimento necesario para cubrir únicamente un tercio de RER durante los primeros dos a tres días incrementando la cantidad de alimento en los días siguientes y se prefiere utilizar alimento líquido o semilíquido.
Una dieta altamente digerible debe cumplir con ciertos parámetros: contener lípidos inferiores al 15% de la sustancia seca, inicialmente deben permanecer inferiores a un 10% y los lípidos contenidos deben tener una digestibilidad al 90%, los nutricionistas prefieren ácidos grasos de cadena corta y media. Las proteínas por su parte deben oscilar entre un 15 -30 % de la sustancia seca, con una digestibilidad superior al 87%. En caso de elegir administrar una dieta casera, la fuente de proteína deberá ser especialmente magra y se sugiere utilizar una que sea fácil de eliminar de la dieta en un futuro en caso de presentarse una reacción o intolerancia alimentaria.
La fibra tardaremos alrededor de 7 – 14 días en reintroducirla totalmente, y en dietas caseras hacer uso de verduras como zanahoria.
Los suplementos multivitamínicos deberán suspenderse y optar en su lugar por antioxidantes, glutamina, probióticos y omegas.
Una vez que el paciente supere la fase aguda de la pancreatitis podemos tratar de introducir paulatinamente una dieta de mantenimiento, sin embargo, para reducir el riesgo de recaídas debemos mantener una dieta altamente digerible con contenido graso limitado durante mucho tiempo, existen distintos alimentos comerciales que ayudan a cubrir estos requerimientos y con ingredientes de excelente calidad.
Paulatinamente en el plan nutricional debemos contemplar llegar a cubrir las necesidades energéticas de mantenimiento, introducir paulatinamente carbohidratos para llegar a ese requerimiento calórico, cuando encontremos ya al paciente muy estable podemos incrementar paulatinamente el contenido lipídico hasta lograr una dieta balanceada.
Conclusiones
El tratamiento completo de la pancreatitis aguda canina nos exige una terapia multimodal, dentro de esa terapia la suplementación nutricional cobra un papel en extremo importante porque puede favorecer o retrasar la mejoría de nuestros pacientes, los lineamientos aquí mencionados nos dan una orientación inicial sobre que dietas elegir y siempre la unión con colegas especializados en el área nutricional puede enriquecer el enfoque de nuestras dietas especializadas, anteriormente se subestimaba el papel nutricional en el tratamiento de distintas enfermedades, el día de hoy sabemos que es una de nuestras principales herramientas terapéuticas.
Bibliografía
Harris JP, Parnell NK, Griffith EH, Saker KE. Retrospective evaluation of the impact of early enteral nutrition on clinical outcomes in dogs with pancreatitis: 34 cases (2010-2013). J Vet Emerg Crit Care (San Antonio). 2017 Jul;27(4):425-433